CUÍDATE Y CUIDARÁS A LOS DEMÁS

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Llevar un estilo de vida saludable te beneficia tanto a ti como a los de tu alrededor

CUALIDADES FÍSICAS BÁSICAS

CUALIDADES FÍSICAS BÁSICAS
FLEXIBILIDAD, RESISTENCIA Y FUERZA

martes, 10 de octubre de 2017

¿QUÉ NOS APORTA PARTICIPAR EN UN HUERTO?

Vitamina D
El cuerpo produce naturalmente Vitamina D cuando se expone al sol, y ésta protege contra ciertos tipos de cáncer y problemas de corazón. 
Jugar en la tierra
Nuestra sociedad repudia la tierra e inventa geles y desinfectantes. Pero la tierra contiene bacterias, minerales y microorganismos que pueden mejorar el sistema inmunológico. De hecho, evadir excesivamente la tierra ha sido relacionada con enfermedades auto inmunes.
Obtén el beneficio: Puedes tomar prebióticos y comida fermentada, pero no estarás expuesto a la misma variedad de microorganismos a menos que te ensucies las manos.
“Hacer tierra”
La mayoría de nosotros nunca tocamos la tierra y definitivamente no por largos periodos de tiempo. Esto permite que se acumulen en el cuerpo electrones por fuentes electromagnéticas (los celulares, las redes inalámbricas y demás), lo que lleva a inflamación y otras enfermedades. Al estar en contacto con la tierra, con las plantas, se libera esta carga extra.
Obtén el beneficio: Prueba a caminar descalzo, o a tomar siestas en un área verde.
Libera estrés
Es una actividad relajante. Al liberar el estrés, se evitan efectos que van desde un aumento en niveles de cortisol, presión sanguínea, cambios hormonales y más.
Obtén el beneficio: Date un tiempo y un espacio para realizar una actividad que te relaje, de preferencia al aire libre.
Comida verde
Más comida verde y menos procesada significan más nutrientes y menos toxinas.
Obtén el beneficio: Come frutas y verduras.
Ejercicio
Cavar, regar plantas, fertilizarlas y demás movimientos que requiere esta actividad representan un buen ejercicio. Es decir que, además de todo, brinda beneficios relajantes y positivos.

Obtén el beneficio: Haz ejercicio regularmente, de preferencia al aire libre, de preferencia en contacto con la Naturaleza.

Con el huerto escolar podemos contribuir a que nos preocupemos más de alimentarnos mejor, a proteger nuestros alimentos tradicionales, etc, ¡Que no nos invada la comida basura!

PREPARAR EL TERRENO PARA CULTIVAR

1-    CRIBAR LA TIERRA
2-    ABONAR
3-    MEZCLAR
4-    ELEGIR LA FORMA DE CULTIVAR
5-    HERRAMIENTAS
6-    LA FERTILIDAD DEPENDE DEL SUELO
7-    TIPOS DE ABONOS Investigad sobre los abonos químicos (nitratos, fosfatos, sulfatos y los efectos sob re los cultivos y el medio ambiente
8-    COMPOST
9-    ABONO ORGANICO

COMO CREAR UN BUEN SUELO

Para que nuestro huerto se mantenga sin problemas a lo largo del tiempo, tenemos que empezar creando unas buenas condiciones; nos referimos a crear un buen suelo. Pensemos que será el lugar donde germinará y crecerá toda nuestra comunidad de hortalizas año tras año. Si no damos importancia a este aspecto lo pagaremos en el futuro, por muy bien que nos vaya el primer y segundo año, la producción y aspecto del huerto empeorará con el tiempo, si no hacemos lo necesario para crear y mantener un buen suelo.

Características de un buen suelo

Una vez tenemos diseñados y preparados los semilleros, es importante acondicionar el suelo.
Uno de los mayores problemas que se encuentra un horticultor principiante, es un suelo demasiado compactado, o con poca materia orgánica, con muchas arcillas, o yesos, calizas…que influyen muy gravemente en el desarrollo de nuestro cultivo. Siendo, por tanto, una variable más que debemos tener en cuenta a la hora de controlar los resultados que obtengamos en nuestro huerto.
Lo ideal es obtener un suelo mullido, que prácticamente nuestro dedo índice se pueda hundir fácilmente en la tierra. Y si falta materia orgánica, (tierra de color oscuro y olor a bosque) añadirla a través de estiércol y compost todos los años, para finalmente obtener un suelo esponjoso, con el suficiente alimento para las plantas.

Tipos de cultivos en parcela

Una vez hemos preparado el suelo, podemos acumular la tierra de nuestra parcela de tres maneras: bancal, caballón y era.
El caballón o surco, es el tipo de cultivo más conocido y tradicional. Consiste en dejar varias lomas levantadas, y entre medios surcos que dejarán paso al agua y por donde podremos pisar para recoger la cosecha o realizar cualquier tarea de mantenimiento. Esta técnica es muy recomendada para la siembra de patatas y cucurbitáceas.
La era consiste en amontonar la tierra formando una superficie lisa sin terrones de tierra, al mismo nivel del suelo, nunca elevado. Muy utilizada para el cultivo de zanahorias.
Por último, el sistema de bancal es muy recomendable para todo tipo  de hortalizas pero además tiene la ventaja de aprovechar y maximizar el espacio. En huertos urbanos o familiares, donde el terreno es muy limitado, conseguimos más espacio para cultivo, si lo comparamos con el
caballón.
Para evitar incomodidades a la hora de mantener las plantas del bancal, es fundamental que la anchura del mismo, no exceda de los 1,20 m. La longitud del mismo dependerá del terreno del que disponemos y el diseño que más nos convenga. Además, si delimitamos el bancal con tablas, en forma de rectángulo, conseguiremos disminuir el trabajo de laboreo anual, ya que no
pisaremos dentro de la parcela y lo tendremos protegido de la erosión. Como el bancal nos parece la opción más adecuada, a continuación describimos los pasos generales para su construcción:
PASO 1: una vez seleccionada la zona para nuestra parcela, se eliminan las “malas hierbas” y posteriormente se remueve la tierra (laboreo) de una superficie mayor a la anchura de nuestro bancal (1,20 m), para ello podemos tomar como medida la longitud de un rastrillo.
PASO 2: una vez mullida la tierra, se vuelvan los lados encima de la tierra, hasta dejar solo la anchura del bancal.
PASO 3: con un rastrillo se alisa la tierra, se eliminan posibles terrones, raices y se perfila el rectángulo.
PASO 4: se acota con tablas el bancal. Para ello se pueden reutilizar distintos materiales, aunque es aconsejable la madera, ya que se pudren con los años.
Para facilitar la tarea, veamos un esquema con cada uno de los pasos:
Herramientas

Las herramientas que necesitaremos para la preparación del terreno son las siguientes:

• Azadas: para la preparación no es suficiente con una azada para laboreo. Existen multitud de tipos de azadas, con una función específica, de distinto tamaño o forma en función de la tarea: binadera (para romper la tierra), darra (para binar y escardar entre líneas de hortalizas), almacofre (para hacer surcos)
• Rastrillo: para quitar terrones duros del suelo, malas hierbas y nivelar la parcela de tierra. Es decir, para dejar la parcela limpia y preparada para la siembra o trasplante.
• Horca: utilizada para quitar algunas hierbas de raíz de la parcela de cultivo y mover el material en descomposición del compostador.
• Criba: herramienta a modo de colador, que sirve para tamizar el compost y evitar material aún no compostado o demasiado grueso.
• Carretilla: para transporte de tierra, herramientas. Además de semilleros, plántulas…
• Pala: para grandes movimientos de tierra: compost, abono, tierra vegetal. La pala cuadrada se utiliza también para el laboreo de la tierra. Consiste en pisar la herramienta para que
entre en el suelo y posteriormente inclinar el mango de madera para levantar la tierra. Con ello se consigue realizar un buen laboreo y “agacharse menos” que con la azada.












¿De qué se compone el suelo? Los fragmentos producidos al disgregar la roca constituyen el componente mineral
del suelo (otros son el agua, el humus), y sus partículas pueden ser de distintos tamaños: desde pequeñas piedrecitas
y granos de “arena”, hasta la partícula más diminuta de “arcilla”.
Vosotros/as mismos podéis hacer un análisis de la “textura” del
suelo: introducid en un recipiente transparente arena, tierra fina, gravilla
y guijarros hasta la mitad; rellenad con agua tres cuartos del
recipiente, cerrarlo y agitar bien durante un par de minutos.
¿Cómo creéis que se depositarán las partículas?, ¿se
mezclarán o quedarán por capas? Podéis hacer lo mismo
con la tierra de vuestro huerto, dibujando y apuntando
los resultados en vuestro cuaderno.
En este experimento comprobaréis que se desprenden
burbujas, porque el suelo contiene aire,
necesario para las raíces de las plantas. Para mantener
la aireación del suelo y renovar el oxígeno de ese aire conviene
hacer periódicamente escardas superficiales, y voltear
más profundamente una vez al año.




Según el tamaño de partícula que más abunde, el suelo tendrá una u otra textura: retendrá más o
menos el agua, oscilará más o menos su temperatura, etc. Preguntad a algún agricultor/a o técnico
agrícola dónde hacen análisis de tierra en vuestra zona.
La fertilidad depende del suelo. Los fenómenos que habéis observado en el suelo son sobre todo “físicos”,
pero cada suelo tiene también unas “características químicas” diferentes. Para conocerlo, podéis analizar el pH de
vuestro suelo (ácido o básico), utilizando unas tiritas cuyo color indica un pH mayor o menor. Unas plantas prefieren
un pH más alto que otras.
En general, las características del suelo afectan a los cultivos. Comprobadlo con este experimento: conseguid
diversas muestras de suelo y disponedlas en macetas diferentes: unos más fértiles (de huerto o jardín), y otros más
pedregosos o compactos. Poned en ellas las mismas plantas, dándoles el mismo tratamiento: ¿cuáles germinan antes
y se desarrollan mejor?
Los minerales contienen unos compuestos químicos (sales minerales) que se disuelven en el agua del
suelo. Según su mayor o menor concentración (“acidez o alcalinidad”, medida por el pH) estarán más
o menos disponibles para su asimilación por las raíces de las plantas. Los elementos nutritivos más importantes
para las plantas son el Nitrógeno, Fósforo, Potasio,
Calcio, Magnesio, Azufre… Una elevada acidez
puede corregirse elevando el nivel de calcio.
Si un suelo es arenoso, será apropiado
para lechugas, alubias, patatas y zanahorias.
Si tenemos una tierra arcillosa, lo será
para habas, coliflores y alcachofas.

Podéis cambiar las características del
suelo, aportándole “enmiendas” de cal,
arena, materia orgánica, según le convenga.



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